Sí habéis visitado la Torre de Tokyo habréis comprobado que a sus pies se erige un monumento representando una manada de perros.
Este monumento fue erigido en 1959 por la Sociedad Japonesa para la Prevención de la Crueldad contra los Animales, para conmemorar una de las historias más conmovedoras protagonizadas por perros en Japón.
En 1958 la base japonesa en la Antártida tuvo que ser evacuada de emergencia, dejando atrás a 13 perros de trineo encadenados en el exterior de sus instalaciones. La intención era regresar a los pocos días y rescatarlos, pero el tiempo se complico y finalmente los abandonaron a su suerte.
Un año más tarde el personal de la base regreso y descubrieron con asombro que dos de los perros, Taro y Jiro habían sobrevivido. Descubrieron que ellos y otros miembros de la manada lograron librarse de las cadenas, deslizando sus cabezas a través de las correas. Aprendieron a cazar pingüinos en incluso focas y de esta forma llegaron a resistir durante un año, sin embargo la gran mayoría de sus compañeros perecieron por las inclemencias del clima. Sus cadáveres permanecían intactos, por lo que se descarto el canibalismo, lo que definitivamente los encumbro como héroes nacionales.
Automáticamente la raza a la que pertenecían la Karafuto-ken, se convirtió en la más popular del país y fue la más demandada hasta la década de los 90.
Taro volvió a su ciudad de origen Sapporo, y vivió en la Universidad de Hokkaido hasta su muerte en 1970. Jiro se quedo en la Antártida y murió por causas naturales en 1960.
En 1983, su historia fue llevada al cine por el director Koreyoshi Kurahara y “Nankyoku Monogatari” (Cuento de la Antártida)" se convirtió en una gran éxito de taquilla ".
Taro y Jiro son actualmente expuestos en la Universidad de Hokkaido y en el Museo del Parque de Ueno, Tokio.
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Fotos de:
sortulv