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Antiguamente existía la creencia en Japón que en todos los hogares habitaba un duende que protegía a la casa y a sus habitantes a los que le proporcionaba felicidad y prosperidad. A este ser se le denominaba Zashiki Waraschi, nombre que provenía de las palabras tatami y de warashi, término antiguo que se utilizaba para nombrar a los niños en Japón.
Según la mitología podría ser un antepasado de la familia y se le representaba como a una niña de corta edad vestida a la manera tradicional , con pelo corto y kimono.
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La creencia popular contaba que un Zashiki-warashi al habitar una casa, traía a la residencia buena fortuna, por lo que se debía hacer todo lo posible para que no se fuese nunca.
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Para mantener a éste yōkai en el hogar, éste debía sentirse apreciado y cuidado, de la misma manera en que un adulto criaría a un niño. El Zashiki-warashi era una niña por naturaleza, propensa a jugar de manera inofensiva pero de vez en cuando podía causar alguna travesura.
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